El Observatorio en las Nubes desarrolla un ecosistema atmosférico que amplifica la percepción de los ciclos de agua y aire, un mecanismo que revela el potencial de la arquitectura en la transformación de entornos exteriores. La combinación de sombra, vegetación y agua previene la isla de calor urbana y produce un oasis de frescor con un consumo de energía mínimo. El uso de la tecnología actual de sensores digitales y modelos de dinámica de fluidos permite medir las condiciones meteorológicas existentes y diseñar con precisión sus interacciones con la arquitectura. El resultado es un confortable espacio semi-exterior, un prototipo anti-desertificación.